Eduardo Linage, La Señorita Pilar, Atlántida Nro. 644 (jueves 14 de agosto de 1930). Editorial Atlántida.
- Linage traduce desde su puesta en página con grandes viñetas, en general apaisadas para transmitir la sensación de vértigo cinético, una síntesis caricaturizada de ese mundo porteño de principios de la década de 1930. Esas dos tarambanas que se llevan por delante ese mismo mundo lo recuperan para nosotros en sus detalles cotidianos: el policía, los transeúntes, la publicidad callejera, los buzones, el carro de mudanzas, el puesto de diarios. Un verdadero ejercicio arqueológico que llega hasta hoy y nos revela cómo la misma ciudad ha mutado, como la historieta como lenguaje lo ha hecho también sin perder sentido.
- Esa clase pujante de ricachones inconcientes que se llevan por delante el mundo citadino – y son las mujeres encargadas de ejercer el choque, el traslado violento y cinético de esa realidad en cambio acelerado – en un año tan significativo como 1930: era el fin de una etapa, la de los primeros experimentos electoral-populares, pero también la del régimen conservador que se veía obligado a recurrir a los golpes de Estado y la militarización de la política para sostener su primacía criminal de clase.
- La tira fue publicada en la revista Atlántida, de la editorial que llevaba el mismo nombre, paradigma de un modelo de lector moderno, de esa sociedad en ascenso; a menos de un mes del golpe de José Félix Uriburu (6 de septiembre). Por un lado, nos enfrentamos a cierta autonomía de las producciones culturales – no parece haber ningún indicio del momento político inminente -; al mismo tiempo no podemos, en retrospectiva, evitar ver en el choque de esa clase que se lleva puesto al mundo – con total desconsideración – la lógica de los mismos que apoyarían todo movimiento represivo-antipopular.
- “No permitas que ningún obstáculo se te ponga por delante”, recomienda la amiga. Ni siquiera la voluntad de los pueblos.