Archivos Mensuales: May 2012

La herencia del puño

Gareth A. Hopkins, The Intercostal Batman (2012). Instalación en cartón y papel. Exposición en el Old Barclay´s Building, Chelmsford, Essex, UK.
  • El puño implicó una solución formal – que Hopkins adjudica a su esposa -, donde los espacios en blanco o vacíos fueran ocupados por esos paneles intercostales. Es una buena manera de entender las posibilidades de lo pop: también ahí hay un arma en potencia, una ofensiva montada sobre una experiencia estética heredada, transmitida, comercializada pero que no tiene por qué limitar nuestra sensibilidad a los términos del mercado. Es decir, hacer(nos) con todo ese corpus de la cultura de masas como coraza y constructo de sentido para confrontar la alienación capitalista. Nadie es Batman, ni lo será; todos somos en algún punto explotados, precarizados, proletarizados. Se trata de reformular los paradigmas de la resistencia, de ser posible desde el goce y la alegría, del entre-tenernos.
  • Los paneles intercostales juegan subvirtiendo la imagen del mundo que nos muestra el capital, según la fórmula de Debord, presentando unido lo que está dividido; dividido lo que está unido. En ese sentido la historieta no deja de ser una fuerza sumamente interesante, producida desde la industria pero desafiando las miradas y las lecturas, con la flexibilidad de un producto de consumo. Toda herramienta es un arma si se la sabe utilizar. Como ese puño de cartón azul, listo para surgir de entre las grietas.
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Atribuciones Pop

Nicola constantino, Autoretrato de Nicola (2008). Inkjet print. 90 x 67 cm. Edición de 6.
Antonio Berni, La mujer del sweater rojo (1935). Óleo sobre arpillera, 108 cm. x 92,3. Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA-Fundación Constantini), Buenos Aires.

Más en la página de Nicola Constantino, acá.

Via Apóstrofe, de Pablo Makovsky. 

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El escudo de Arquíloco (o la ética de la deserción)

  • Sandor Clegane, el Sabueso (Rory McCann) es uno de los personajes que más impacta del infinito elenco de Game of Thrones. Es simple: el hombre es una bestia, y de eso se gana la vida. Un veterano de guerra con la mitad del rostro deformado por el fuego, cuyo único deseo es dar la muerte; cuyo único talento es hacerlo. Se entiende por qué sirve a esa casta ponzoñosa y revulsiva condensada en el insoportable Rey Jeoffrey, un psicópata malcriado. La guerra lo ha despojado de su humanidad, y sólo queda ocupar el lugar del asesino, del que no espera amor ni lo dará.
  • La batalla lo devuelve a su origen: los cuerpos prendidos fuegos, los hombres muriendo por amos ingratos, la nada misma de la guerra que devora vidas como construye imperios. Eso que hoy llamamos stress post-traumático lo devuelve de alguna manera a sí mismo, y como Arquíloco de Tasos, deserta de la batalla para seguir vivo. Su renuncia es todo un manifiesto político: cuando el monarca le ordena que vuelva a combatir hasta la muerte, el Sabueso le responde: Fuck the King. El asesino le dirá a la futura reina, antes de partir hacia el norte “donde no hay fuego”: todos son asesinos porque sin asesinato no hay base para el poder.
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Idelogía y Puesta en Página: Bernard Krigstein

Bernard Krigstein, Master Race (Impact Nro. 1, abril de 1955). E.C. Comics.
  • Krigstein es uno de esos ejemplos de talento trágicos: hoy se lo considera un maestro por su uso casi claustrofóbico y su economización del espacio de la página. Lo cierto es que el autor se vio obligado a hacerlo, ya que nunca pudo conseguir la cantidad de páginas que pedía para desarrollar su narrativa. El desgaste y la decepción con el medio lo hicieron renunciar y dedicarse a la pintura. El trabajo legado es, sin duda, de lo mejor que se ha hecho. Una historia en particular es recordada por su enorme dimensión narrativa: Master Race, de 1955.
  • Krigstein utilizó el poco espacio otorgado por Feldstein, editor de la E.C. Comics, y montó sobre el relato de género de thriller psicológico que era la marca de la editorial, todo un manifiesto de cómo utilizar el lenguaje historietístico para dar testimonio del horror del Holocausto y del drama humano que definió el siglo XX. No es coincidencia que haya sido Art Spiegelman uno de los que diseccionó la historia en 1975, en un análisis brillante de cómo Krigstein componía la página, usaba los paneles con maestría, haciendo de cada viñeta una pequeña obra en sí misma y al mismo tiempo parte constituyente de un relato más amplio, complejo, infinito. Como ese momento fragmentado de la caída, que deja flotando el cuerpo por una eternidad, casi la misma que ha vivido la víctima desde que salió del campo de concentración.
  • Poco tiempo después los coletazos del macartismo terminarían con la E.C., no había lugar ni para esos autores ni para esa experimentación. De alguna forma, el autor sabía que estaba dejando una semilla que sería leída y entendida por alguien, en algún momento. La ética de un hacer, transmitida desde la misma maquinaria que produce mercancías como destruye vidas.
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Abstracciones (disección salvaje de una lectura)

Shintaro Kago, Abstraction (incluido en Secret Comics Japan: Underground Comics Now, 2000). VIZ Media LLC.
  • La relación tema/forma se replantea brutalmente. La puesta en página clásica de pronto gira y se convierte en bloques, lleva a leer de otra manera que sigue siendo la misma pero con su eje trasladado. El efecto es radicalizado por Kago que comienza a separar los bloques cada vez más – dejándonos ver al mismo tiempo el tejido de las páginas que se mantienen distantes pero en el mismo espacio -; introduce las figuras desde afuera de la página, como fantasmas que se acechan a sí mismos, en ese flujo que corre fantasmagórico como un río que arrastra las imágenes.
  • El efecto es sumamente interesante: parecemos salirnos de la página cuando en realidad lo que ha cambiado es la puesta en página. Cambia la disposición, más que la lógica, pero es un cambio lo suficientemente violento para perturbarnos – potenciando el ero-guro -. La abstracción como disección salvaje del sexo y la lectura amenazan con hacerse infinitas, como la tortura a la que Kago expone a sus personajes. Abandonamos la historieta, alejándonos de sus paisajes de locura.

Agradezco a Martín Vitaliti por el dato.

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