El Imperio explicado según el Orden Geométrico

  • Ese ocaso melancólico post-victoriano conocido como Período Eduardiano está contenido en la poesía visual que nos introduce al mundo de Downton Abbey. Un mundo de sirvientes y aristócratas que siguen su ballet de rigidez elegante y pacífica, una burbuja ingrávida y gentil a punto de estallar. Debajo de toda esa escena perfectamente arreglada hasta sus más íntimos detalles, corre la rabia y la furia de un país imperial, hecho a base de sangre, conquista y explotación. Pero que no se note.
  • Lord Crawley inicia su día de la peor manera: sus dos herederos han muerto trágicamente en el Titanic. La sucesión corre peligro, su cinismo – casarse con una neoyorquina millonaria – ha devenido romance, sus planes se derrumban. Sólo queda un heredero: un sobrino lejano que – ¡horror! – es abogado empresarial. Se sabe, el trabajo está mal visto entre aristócratas. Es 1912, y el hundimiento del barco anuncia la tragedia por venir, el fin de ese mundo. Dos años después comenzará esa caída del dominó imperial llamado 1ra Guerra Mundial.
  • Las cartas son puestas sobre la mesa: personajes entrecruzados en alianzas, enemistades, odios y amores sublimados. Como en Gosford Park, el mundo de los sirvientes sirve de ventana al orden de los amos, nos es explicado gentilmente, vemos cómo las desigualdades y las competencias se reproducen en el subsuelo. La servidumbre tiene la ventaja de estar en todas partes todo el tiempo, le es posible conectar los puntos, armar el puzzle, informarlo a sus dueños. Pero algo amenaza el orden: John Bates (Brendan Coyle), tullido veterano de la Guerra Bóer, excamarada del Lord, debe lidiar con el desprecio de amos y sirvientes. Su falta: la herida no le permite ser eficiente. Sin embargo, entendemos que su rol pasará por ser nuestro guía, destejiendo ese mundo que está por derrumbarse.
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