Los unos y los monstruos

Greg Ruth y Steve Niles, Freaks of the Heartland Nro. 6 (noviembre 2004). Dark Horse Comics

La idea del interior como país dentro del país derivada del proceso de urbanización. Ese interior – el Heartland, literalmente el corazón de la tierra – se supone idílico, hermético a las influencias más cosmopolitas de las ciudades, tradicional, casi congelado en el tiempo. Los aires románticos, sin embargo, ocultan los mismos crímenes que se nos presentan como más salvajes, primitivos. Si ese estado de naturaleza cercano a lo más básico de una sociedad funciona para el idilio, bien puede funcionar para lo siniestro. Los padres se convierten en verdugos de su prole deformados por alguna fatalidad. Actúan como lo hacen los cazadores que conocen el terreno y la ceremonia de dar la muerte. El filicidio es también fratricidio cuando sucede en una comunidad rural cerrada, donde los lazos son tan inevitables como necesarios. Las madres sufren la vergüenza del mal-parir; los hombres se desquitan con culpa y furia sobre sus criaturas. Esa paleta oscura, con ocres y negros que usa Ruth, lleva hacia lo profundo el aire estancado del corazón rural norteamericano, que va haciéndose asfixiante a medida que transcurre la historia de Niles. El género negro/rural de tradición estadounidense, funciona a base de saber que el enemigo es ese otro tan cercano. Pequeños crímenes de la miseria cotidiana. El lugar monstruoso asignado a ese otro – el negro, el forastero, el indio, el deforme – genera la sospecha: ¿se trata de una diferencia radical e insalvable, o se trata de la imposibilidad de sostener indefinidamente la diferencia que debe ser cancelada con la muerte? Cuando el monstruo – el freak – revela una faceta de humanidad aún a pesar de su deshumanización impuesta, la realidad se vuelve intolerable. Entonces, desde el ocre y el negro se alzan los KLIK! Dispuestos a matar afuera lo que no se ha podido matar por dentro.

 

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4 pensamientos en “Los unos y los monstruos

  1. Matías dice:

    En la línea de tu post y del comic en cuestión, hay un capítulo de Fringe de la 2da temporada (creo) en el que un pueblo de la Heartland norteamericana esconde la deformidad de sus habitantes gracias a una suerte de pulso electromagnético y lo que se juega en esa historia breve es si lo monstruoso debe ser o no revelado, a costa de qué, quiénes pueden aceptarlo/soportarlo, etc. Obvio, todo enmarcado en el ambiente rural norteamericano típico y la grandes tragedias familiares de este corazón rural. Como en La aldea, la posta es que los habitantes de esta Heartland nunca trasciendan sus fronteras, que los límites estén bien definidos, que el adentro y el afuera defina la normalidad y la a-normalidad. Y la fuerza y la violencia suelen ser los garantes de esta posta. Abrazo!

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    • Pablo Turnes dice:

      Hola Matías. Te soy sincero: aún no he visto Fringe, cosa que pretendo hacer. Yo también pensaba en Fargo, de los hermanos Cohen. Un crimen que surge de lo más vulgar: el querer plata. Lo que en esos pueblitos magnifica la tragedia es la cercanía. En las grandes ciudades pasa todo el tiempo, con mayor o menos indiferencia. El impacto de crímenes rurales tiene que ver con el quiebre – aunque sea momentáneo – de esa paz que habita el corazón reaccionario del deseo de retorno a la Naturaleza, como algo positivo y pacífico en sí mismo. Y la violencia es constitutiva de las relaciones humanas, aunque no su única dimensión. Saludos, y gracias por el comentario.

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  2. Matías dice:

    Y lo mejor (o lo peor) es que ni siquiere hay que ir hacia el arte, fijate los casos de asesinatos en Miramar o en Baradero, dos localidades de la provincia de Buenos Aires que si bien no son pueblos, son ciudades pequeñas en las que cada caso ha producido revueltas populares, linchamientos y destrucciones que rompieron la idílica paz cuasi-natural. O será que lo imaginario es una forma de intentar narrar ese real que se escapa… En fin, saludos!

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    • Pablo Turnes dice:

      Ahí ya entran dos cuestiones: 1) la más obvia, el nivel de histeria generalizado por la tan mentada inseguridad, ficción peligrosa si las hay; 2) la búsqueda de ese otro a quien culpar. Cuando se lo encuentra o sospecha, de alguna manera se lo pone fuera de la comunidad, donde el mal no tiene lugar. Por toda Argentina uno encuentra lugares donde la sospecha se ejerce sobre los extraños en teoría traídos de algún lugar del conurbano bonaerense mediante oscuros intercambios entre el poder local y el gobierno provincial bonaerense. La pregunta es ¿cómo puede ser esencialmente idílico un lugar donde la violencia está siendo ejercida siempre de alguna forma u otra, donde esos pacíficos habitantes son capaces de matar? El imaginario y lo real son dos dimensiones de la misma cosa, por eso hay que prestar atención a las historias. Saludos.

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